Publicación: 17 Dec 2024
Disciplina: Historia
“La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan” dice una frase atribuida al fotógrafo Erich Hartmann. Si esta cita se cumpliera, ¿imagina qué pasa en las trincheras durante Navidad? Hoy queremos contarles sobre el día en el que un villancico logró detener la guerra.
Transcurría el 24 de diciembre de 1914. Un día durante la terrible Primera Guerra Mundial, en la que perderían la vida el 60% de los combatientes. Por la noche sería Navidad y la guerra continuaba. Varias personalidades, incluido el Papa Benedicto XV, habían pedido un alto al fuego por un momento. Los líderes militares temían un ataque sorpresa. Todo aquel soldado que intentara una tregua ilícita, sería juzgado.
La batalla seguía en pie. Las tropas alemanas y británicas se enfrentaban en las trincheras de Flandes, entre Bélgica y el norte de Francia. Un campo de batalla que ha sido descrito como uno de los más horribles de los conflictos bélicos. Transcurría un crudo invierno. Hacía frío y llovía con frecuencia. Había barro por todas partes. También ratas, pulgas, toda clase de plagas y enfermedades. Los cadáveres se acumulaban, pues no había oportunidad de sepultarlos dignamente. El peligro era latente. El enemigo estaba a escasos metros.
Algo insólito estaba a punto de suceder. Ese día el frente estaba inusualmente tranquilo. No se sabe bien cómo inició, ni el sitio exacto. Parece ser que fue algo espontáneo. En algún punto, del extenso frente de batalla, pasadas las 7 de la tarde y con una oscuridad plena, los británicos (los “tommies” para los alemanes) escucharon en las trincheras enemigas voces que cantaban a coro “Stille Nacht” (Noche de paz). Los tommies, temerosos, se asomaron sobre los parapetos y no dieron crédito a lo que vieron: ante sus ojos se erigía una hilera de árboles de Navidad alumbrados con velas sobre las trincheras enemigas.
Cuando los alemanes (los “fritz” para los británicos) terminaron de cantar el villancico más popular de la historia, los tommies contestaron con otro: “Oh Come, All Ye Faithful” (Adeste fideles). Poco después, ambos bandos cantaron a coro. Al finalizar, silencio, incertidumbre. Un alemán grita: “¡No queremos disparar! ¡Es Navidad!”. Nadie responde. Insiste: “Voy a salir y podemos hablar”. Por fin, una voz contesta desde las trincheras británicas: “¡No disparar”. Entonces un soldado alemán se asoma y se muestra. Camina por el territorio agrietado por las explosiones, rumbo a las trincheras enemigas, de donde surge otro hombre. Se encuentran a un metro de distancia. Extienden sus manos. Se felicitan en su idioma: ¡Merry Christmas! / ¡Frohe Weihnachten!
A decir verdad, este solo es un episodio. En los 40 kilómetros que se extendían el terreno atrincherado sucederían episodios similares. No se sabe dónde surgió la iniciativa. Hay testimonios que hablan de treguas que iniciaron dos horas antes del atardecer que sucedió a las 4:30 p. m. Lo cierto es que el ejemplo se repitió en decenas de frentes aquella noche.
Sobre lo que sucedió, se cuentan muchas anécdotas. Desde soldados que compartieron un plato de comida en las trincheras de los enemigos. Una centena de soldados de ambos bandos que jugaron un partido de fútbol con un balón improvisado. La historia de un tommy ex barbero que colocó una silla entre las trincheras enemigas para ofrecer cortes de cabello a los contrarios. Soldados enemigos que intercambiaron botones de sus chaquetas. Otros intercambiaban sus cascos y gorros. Incluso, el caso de un soldado que con su cámara fotográfica retrató aquella histórica tregua: enemigos compartiendo, charlando, intentando entenderse a pesar de hablar distinto idioma. Aquello, escribió alguno de aquellos soldados: “fue un pedazo de humanidad pura”.
La “Tregua de Navidad”, como ha pasado a la historia, tuvo distinta duración en los diversos puntos donde surgieron. Se habla incluso de casos en los que duró hasta tres días. Aquel pequeño respiro de una guerra que apenas iniciaba, sin embargo, les permitió darle debida sepultura a los difuntos que se acumulaban indignamente entre el barro de las trincheras.
Las autoridades militares no estuvieron muy conformes. Al principio, aquello fue terminantemente censurado. Los días siguientes, prácticamente ningún medio de comunicación comentó nada. Sin embargo, ha pasado a la historia a través de los cientos de cartas que los soldados participantes enviaron a sus familiares. De todos aquellos testimonios, sorprende que ninguna de aquellas convivencias acabó mal.
Se estima que más de 100 mil soldados participaron en aquella histórica tregua. Hoy en día es un ícono de fraternidad en la historia, que ha dado pie a otros episodios similares. Además, ha inspirado multitud de manifestaciones artísticas como el tema “Pipe of peace” de Paul McCartney promocionado a través de un videoclip que recrea aquel episodio, o la conocida película Joyeux Noël (Noche de paz) de 2005.
La Tregua de Navidad no fue más que un breve respiro en medio de una de las guerras más sangrientas de la historia, pero su legado perdura. En un momento tan duro para la humanidad, miles de hombres demostraron que, incluso en los rincones más oscuros del conflicto, la bondad y la solidaridad pueden florecer. Hoy, aquella tregua sigue siendo un recordatorio de que la paz, aunque fugaz, es posible, y que la fraternidad humana puede prevalecer incluso en los momentos más impensables.
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FUENTES
Flores, Javier. 2023: “La tregua de Navidad”, National Geographic.
Flores, Javier. 2023: “La primera guerra mundial al completo”, National Geographic.
Coyle, Daniel. 2018: Código de la Cultura.
Ràfols, Josep Maria. 2014: Primera Guerra Mundial: El frente se estabiliza.