Publicación: 29 Oct 2024
Disciplina: Ópera
Los subtítulos en la ópera son tan complicados que se implementaron muchas décadas después que en el cine. En esta entrada te contamos algunos datos curiosos sobre ellos, cómo han cambiado a través del tiempo y cómo siguen evolucionando hasta llegar a las gafas de realidad virtual que se empiezan a usar con este propósito.
Cuando llegó el cine sonoro, allá por 1927, con The Jazz Singer, y las películas empezaron a exportarse fuera de su país de origen, fue forzoso traducir los diálogos. Las soluciones que se encontraron, un poco a la par, fueron el subtitulaje y el doblaje.
En la ópera esto no resultó nada fácil. De hecho, desde sus remotos orígenes a finales del siglo XVI, hasta el invento del cine —situado habitualmente en 1895— no se acostumbraba la traducción de estos espectáculos. Lo usual era seguir la trama de la historia a través de la lectura previa o in situ del argumento. Cabe destacar que para finales del siglo XIX, gran parte del repertorio operístico se consolidó en una serie de obras clásicas cuyo argumento era ya conocido por los amantes del género.
Otra alternativa, menos usual, era la de seguir los diálogos con libreto en mano. Hubo un tiempo en el que se comerciaban fuera de los teatros. Algunas veces, en ediciones bilingües o simplemente traducciones, como sucedió en el Teatro Real de Madrid (España), que solo se publicaban traducciones españolas, aunque las óperas se interpretaran en su idioma original, habitualmente el italiano.
El doblaje en la ópera, por otra parte, ha sido prácticamente inexistente. Al menos, no es frecuente. Esto, por la enorme dificultad que conlleva. En este arte, las palabras están ligadas a la música. Son música. Por ello, cambiar la letra sería cambiar la partitura y es, precisamente, lo más preciado del género.
Ante lo impracticable que resulta el doblaje, la única alternativa restante fueron los subtítulos. No obstante, ¿cómo subtitular un espectáculo vivo, propenso a cambios repentinos y cuyo tiempo de ejecución siempre varía? La ópera no es como el cine, en el que se trata de un producto físico y estable en el que se puede fijar un texto fácilmente en un momento determinado.
Por otra parte, el mundo de la ópera enfrentaba otros factores que frenaban la adopción de los subtítulos. Unos de carácter técnico y otros ideológicos. En el orden de los primeros, se encontraba el hecho de que los proyectores, que se usan hoy habitualmente, no eran tan asequibles ni avanzados como los actuales. En el orden de los segundos, cabe mencionar la resistencia por parte de las compañías operísticas para adoptar esa costumbre que había surgido del cine. Es bien conocida la histórica renuencia del MET de Nueva York a adoptar subtítulos, en gran parte impulsada por su director musical, James Levine, quien dirigió la compañía por 50 años: de 1976 a 2016. En 1985, Levine afirmó que el MET los usaría únicamente: "Over my dead body".
Debido a todo eso, y muchos otros factores, los subtítulos llegaron a la ópera hasta principios de los 80, cincuenta años después de su popularización en el cine en los años treinta.
Mientras todo sucedía, el cine ganaba terreno y la ópera perdía cada vez más adeptos. Era crucial adoptar los subtítulos para hacer más accesible el espectáculo para el público general. Al fin, las compañías operísticas se rindieron y aceptaron la necesidad de este recurso.
Por aquellos años, Lofti Mansouri, director general de la Canadian Opera Company (COC) de Toronto, Canadá, tuvo la iniciativa de presentar la primera ópera subtitulada de la historia. Para ello, contó con la ayuda de Gunta Dreifelds y John Leberg, quienes idearon un sistema que consistía en colocar una pantalla en el proscenio donde se proyectarían los subtítulos.
Gracias a su esfuerzo, en el año 1983 se presentó por fin la primera ópera con un sistema de subtítulos. Se trató de la ópera Electra de Richard Strauss, producida por la mencionada compañía Canadiense. La idea fue un éxito inmediato y pronto todas las casas de ópera norteamericanas adoptaron el sistema. Incluso el MET y James Levine terminaron por ceder, ante la presión del gran éxito del público, e instalaron su propio sistema de subtitulaje en 1995.
A México, por cierto, los subtítulos llegaron antes que al MET, pues en nuestro país se adoptaron desde 1992. La primera compañía en implementarlos fue el Palacio de Bellas Artes, por iniciativa de Pro Ópera y Sergio Vela. Para ello se empleaba un proyector que operó en primer lugar Rogelio Gómez, que fue sustituído por Francisco Méndez Padilla en 1993.
“Y por ahora no es ningún secreto que los supertítulos llegaron para quedarse. Iniciado por primera vez con la producción de Elektra de la Canadian Opera Company en marzo de 1983, el concepto ha hecho desde entonces interesantes avances entre el público de los Estados Unidos”.
Fragmento del periódico Bay Area Reporter del 28 de junio de 1984.
A principios del siglo XXI los subtítulos eran ya una realidad en casi todos las compañías de ópera. No obstante, no en todas se utilizaban de la misma manera.
La Canadian Opera Company popularizó la práctica de colocar los diálogos sobre el escenario por lo que recibieron el nombre de “Surtitles” (marca registrada de la compañía), cuyo prefijo “sur” en francés significa “arriba”. De ahí que en español tengamos “supertitulaje”, con el mismo significado. También existen compañías que prefieren proyectar los diálogos debajo del escenario, aunque en ese caso el nombre que se asigna es el de “subtitulaje”, ya que el prefijo “sub” significa “debajo”.
“La mayor innovación fue, sobre todo, el uso de supertítulos en la función de la tarde para estudiantes (una práctica que se está probando en varias casas de ópera de todo el país. Aunque deben corregirse algunos fallos ocasionales en el tiempo, los subtítulos funcionan extremadamente bien”.
Fragmento del periódico Bay Area Reporter del 27 de octubre de 1983.
Otro caso completamente diferente es el que popularizó el MET. Su sistema, llamado “Met Titles”, se hizo famoso por colocar los diálogos traducidos en el respaldo de las butacas. Gracias a esto, cada espectador tiene la posibilidad de elegir si desea o no ver los subtítulos o, incluso, de elegir el idioma de su preferencia. Con frecuencia, el asistente puede elegir varios idiomas, incluyendo inglés, español, alemán e italiano.
Ya sea que se trate de los “surtitles” de la Canadian Opera Company o los “Met Titles” del Met, lo cierto es que todos ellos son traducciones en vivo y siempre hay alguien detrás que está atento a lo que ocurren en el escenario para proyectar oportunamente cada una de las líneas. Este tiene la responsabilidad de adaptarse a todos los incidentes e imprevistos: retrasos, parones, interrupciones, etcétera. Es, en definitiva, toda una especialidad que requiere amplios conocimientos, en lectura de notas musicales, sobre cada una de las óperas, así como del lenguaje al que se traduce.
“El subtitulado en teatro es en vivo, es la única manera de hacerlo como corresponde. Es una tarea que implica estar atenta y concentrada a los cambios, a cualquier modificación del vivo, porque de haberla, hay que sortear la cosa y acomodar el subtítulo para estar a tono con lo que transcurre en escena”.
Comentario de la directora del Teatro Colón de Argentina, Mónica Zaionz, en entrevista para la CNN, sobre el trabajo del subtitulador.
Hoy en día, el trabajo del subtitulaje en la ópera está dando un giro inesperado. Recientemente, ha surgido una nueva alternativa a las formas tradicionales. En 2015 se presentó un prototipo de gafas inteligentes que ofrecían a los usuarios la capacidad de optar por diferentes subtítulos en diferentes idiomas. Según los usuarios, los textos se mostraban en las lentes durante la actuación y señalaron que les permitía concentrarse más en lo que sucede sobre el escenario.
Este es el proyecto de la empresa PANTHEA que fue presentado en 2017 en el Festival de Avignon, en Francia, y son sin duda una muestra de lo mucho que ha cambiado la forma en la que disfrutamos la ópera, un arte vivo que se sigue transformando. Seguramente, en los próximos años seremos testigos de una nueva forma de disfrutar la ópera.
La ópera existe desde hace más de 400 años y solo desde hace 41 años se implementaron los subtítulos. Mientras tanto, la tecnología sigue avanzando a pasos de gigante y nos sorprende todos los días con productos espectaculares. La ópera, un arte tan antiguo, también continúa evolucionando al ritmo de la tecnología. De hecho, puede decirse que a partir de los subtítulos empezó una nueva era en este arte, porque acercó a grandes públicos a disfrutarla, pues ahora podían entender los diálogos y la historia en cualquier idioma. Una experiencia parecida a la del cine, aunque quizá mejor... porque los personajes están en vivo y a todo color.
¿Y tú, cómo crees que serán los subtítulos del futuro?